
Hace un año un 17 de noviembre en el almacén comercial Malibu Shop todo ardió en llamas, un incendio acabó con la vida del comerciante Renzo Puentes de 32 años y su esposa Angie Ortega de 24, su pequeño hijo Juan José que para ese momento tenía 38 días de nacido, logró sobrevivir convirtiéndose en un verdadero milagro en medio de la tragedia.
Al llegar a la vivienda del pequeño, un cuadro en la sala con la foto de sus padres, varios elementos con esa misma imagen se repiten en la mesa, Juan juega en un corral con varios muñecos, nos reciben Omar Orlando Ortega y Breily Tatiana Ortega, padre y hermana de Angie.
Recuerdan ese día, en que una llamada en sus teléfonos les cambió la vida para siempre, en un acto heroico Renzo Puentes salvó la vida de Juan, lo tomó, lo envolvió con una cobija y lo puso bajo una ducha para tratar de enfriar los más de 300 grados de temperatura, cuando parecía todo perdido llegaron las autoridades de Policía y Bomberos Voluntarios, pusieron el niño a salvo, poco se pudo hacer por Renzo quien falleció minutos después, y tampoco por Angie que luego de ser remitida a una clínica murió un día después del incendio.
Entonces en medio de la muerte una luz de esperanza seguía encendida, Juan José, pese a sus quemaduras, luchaba por seguir con vida, los esfuerzos médicos en una UCI neonatal en Bucaramanga y luego en la clínica Magdalena en Barrancabermeja, surtieron efecto, tras varias semanas de intervenciones y dolorosos momentos, podía volver a casa.
Y aunque su hogar y sus padres ya no estaban, y nada era como cuando hace apenas 38 semanas que había nacido, su tía Breily y su abuelo Omar se irían convirtiendo en sus referentes de familia.
Breily lo lactó, en una iniciativa del pediatra Yesid Blanco, lograron establecer ese vínculo, pero más que ello brindarle más fortaleza a Juan.
“Estando en la UCI le realizaron los injertos, en la parte izquierda de la cara, en su pómulo izquierdo y en su pabellón auricular, Juan José es un milagro de Dios, ha sido muy fuerte” relata su tía Breily
En octubre cumplió su primer año de vida, le celebraron con sus muñecos favoritos, la gallina pintadita, cuentan sus familiares. Sobre su estado de salud agregan que aunque requiere cuidados, es un niño sano y sobre todo feliz.
Es la clara muestra de que mientras haya vida siempre habrá esperanza, aunque los cuerpos de sus padres fueron sepultados en ciudades diferentes, sabrán siempre que todo valió la pena y que su legado en la tierra a través de Juan continuará.
YARIGUIES