
La calle 41F con carrera 80I fue el escenario de una pelea que terminó en tragedia para la familia Montes Pereira. Un acto de intolerancia habría segado la vida de Luis Alberto en horas de la madrugada de ayer cuando caminaba rumbo a su vivienda en Kennedy junto a su hermano Carlos.
El encuentro
De acuerdo a versiones judiciales, la víctima mortal de esta historia caminaba con su hermano y tuvieron un altercado con un grupo de costeños que salía de una discoteca al parecer bajo los efectos del alcohol. Lo cierto es que en cuestión de segundos se desató la tragedia y la carnicería comenzó. Los insultos iban y venían y luego se pasó al contacto físico.
En medio de los confusos hechos, uno de los costeños sacó un arma corto punzante tipo navaja y atacó sin piedad a Luis Alberto quien quedó tendido boca arriba y desangrándose justo en frente de un supermercado. Dicen testigos que el hermano en un acto de valentía también intercedió para salvarlo de la repentina muerte pero todo se salió de control en segundos y el relato que contamos se torna criminal.
Una vez la gritería y el tumulto de gente que se reunía en torno al hombre que agonizaba, apareció la Policía del CAI Caldas, en inmediaciones a Corabastos, y trasladó a los dos heridos hasta el hospital de Kennedy donde Luis falleció.
Salvajes
En medio de la riña fatal, Carlos también fue atacado en el rostro con la navaja pero se salvó de milagro. Los atacantes escaparon por la zona de la central de abastos y la Policía continúa con las investigaciones para dar con la ubicación.
No descartan que estén escondidos en la misma zona. Los móviles quedaron por riña y se está a la espera de obtener el video de una cámara de seguridad a fin de establecer la situación que desencadenó en este homicidio e intentar saber cuál fue la dirección que tomaron los costeños sospechosos de este miserable ataque.
La joven víctima, estudiante y trabajador independiente, tenía cuatro heridas de con el filo de una navaja que resultaron mortales y a pesar del esfuerzo de los médicos en reanimación, no fue posible salvarle la vida. Una mirada, un segundo de rabia y un festín de palabras ofensivas en medio de la acalorada madrugada luego de los tragos y la juerga, le jugaron una mortal pasada a un hombre que no tenía enemigos ni deudas con la justicia.
Su hermano fue valiente y a pesar de sobrevivir y continuar en el hospital, tendrá que pasar los días y las noches con el amargo recuerdo de lo sucedido con su amado hermano. Una maniobra del destino, la calle equivocada a la hora equivocada cambió el curso de las cosas para siempre.
Las cifras, de acuerdo a los estudios de Medicina Legal, son alarmantes. Casi 81.500 personas que el año pasado llegaron a la morgue víctimas que recibieron esas heridas en medio de riñas. Y en el 2017, según Medicina Legal, los asesinatos por violencia interpersonal pasaron de 44,49 por ciento a 67,85, en el caso de los hombres, y de 24,71 por ciento a 40,37 en el de las mujeres.
Como por cada dos mujeres asesinadas mueren ocho hombres, el promedio general de muertes por riñas supera el 60 por ciento. Esos indicadores muestran el enorme peso de la intolerancia en la seguridad y la convivencia. Las cifras de violencia por intolerancia reflejan la gran descomposición social en la que hemos caído los colombianos: es esa violencia interpersonal, especialmente las riñas, la que origina muchas muertes violentas.
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